Días después de la celebración del Cabildo Abierto y de la reunión que autoridades civiles del municipio Bolívar sostuvieran con el jefe de la Redi los Andes, para discutir la situación presentada con los repetitivos controles militares en San Antonio, las requisas y las colas de vehículos en las alcabalas del Ejército, en el peaje y en la entrada al puente internacional Simón Bolívar, se acentuaron aún más.
Durante los últimos días, en las citadas alcabalas, los soldados del Ejército prácticamente están revisando carro por carro, lo que origina largas colas y gran congestión vehicular en todo momento, para entrar o salir de San Antonio y Ureña. Vale mencionar que en la reciente reunión de los presidentes de Colombia y Venezuela, uno de los temas tratados en la agenda binacional fue el combate al contrabando en la frontera, de allí que los controles militares, lejos de disminuir, parecieran acentuarse.
Sin embargo, en la comunidad y los usuarios de las vías fronterizas continúa el malestar, porque aseguran que, a pesar de esos controles, el contrabando de productos y combustible venezolano hacia Colombia continúa. En el eje fronterizo y en los municipios del interior del estado Táchira, la escasez de artículos de primera necesidad y la especulación siguen.
Habitantes y familias de la frontera que se ven obligados a buscar los productos de la cesta básica en San Cristóbal, además denuncian que en las alcabalas militares continúan los abusos y las irregularidades, pues sostienen que de manera descarada los soldados piden dinero a cambio de no revisar ni retener los productos que la gente lleva hacia San Antonio, Ureña y otros hacia Cúcuta.
“A pesar de que los militares revisan carro por carro en las alcabalas ubicadas en el peaje, en la entrada al puente internacional Simón Bolívar, y también en las existentes en la salida de Ureña hacia Cúcuta, por el puente Francisco de Paula Santander, la extracción ilegal de artículos venezolanos se mantiene igual que antes”, expresó un padre de familia residente en San Antonio del Táchira, quien ha tenido que sortear esta situación para poder llevar el mercado familiar desde San Cristóbal hasta su casa.
Cortesía La Nación
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