Cuando familiares y amigos de Pascuas Perdomo se disponían a salir del templo Nuestra Señora de La Candelaria, el cielo del municipio de Campoalegre se tornó oscuro, una suave llovizna acompañó la caravana fúnebre, que llevó el féretro hasta el cementerio, última morada de sus restos mortales.
‘Era como una hermana’
“Ella era como una hermana para nosotras, toda
su familia es muy querida por la comunidad. Cuando nosotros llegamos al barrio,
hace más de 20 años, ella ya vivía acá. Era una muy buena líder comunal, se
peleaba las cosas del barrio Mararay y siempre le colaboraba a quien necesitara
ayuda”, narró acongojada Olga Fierro, una de sus vecinas.
“Gracias Señor porque sabemos que ahora
nuestra hermana se encuentra en tu seno”, afirmó una de sus hermanas en el
cementerio Jardines El Paraíso. En medio de la tristeza, la hermana de Marta
Liliana pidió fortaleza para su señora madre, quien en silla de ruedas clamó al
cielo lamentando la pérdida de la más querida de sus hijas, la que vivía con
ella y estaba al tanto de lo que necesitara.
Una promesa sin
cumplirse
Los últimos días de vida de Martha Liliana
estuvieron colmados de felicidad. A sus 46 años había encontrado en Carlos
Perdomo, un poco mayor que ella, al hombre maravilloso con quien viviría el
resto de sus días. Ambos estaban dichosos, habían comprado los anillos y en
pocos días empezarían a repartir las invitaciones de su matrimonio por la
iglesia.
El novio también vistió de
blanco. Ayer, mientras la despedía en el cementerio, Carlos lucía las argollas
con las que ambos se prometerían ante Dios amarse hasta que la muerte los
separara. Y fue así, la muerte los apartó antes de jurarse amor eterno el 21 de
septiembre.
El accidente
El respeto por las normas de tránsito por
parte de su prometido y la imprudencia del conductor de la camioneta fueron los
que generaron el aparatoso accidente, que acabó con la vida de la líder comunal
campoalegruna. En la tarde del pasado sábado, Carlos Perdomo desaceleró la
motocicleta en la que viajaba con Martha como parrillera, de manera inesperada
un vehículo particular los arrolló por detrás, pero ella fue la que llevó la
peor parte, pues salió expulsada del velocípedo y sufrió fuertes golpes en su
vientre.
Ayer, mientras caían las
paladas de arena sobre el féretro de la fallecida, las lágrimas corrieron por
las mejillas de su hija de 17 años de edad, quien era abrazada y consolada por
sus compañeros del Sena y sus familiares. Los presentes arrojaron sobre el
ataúd las rosas que desde la eucaristía llevaban en sus manos. Poco a poco,
familiares y amigos se dirigieron hasta sus hogares con el vacío en sus
corazones por la prematura partida de Martha Liliana Pascuas.
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