Julia Ibáñez, abuela de
Diego Alejandro Gaitán Ibáñez, de 16 años, contó que su nieto salió de su casa
a las 2:00 de la tarde a arreglar una moto, pero jamás pasó por su mente que
algo malo le pasaría.
Julia fue la primera, de
la familia, en llegar afanada a la calle 21 con avenida 15 del barrio Alfonso
López, luego de que unos vecinos le avisaran que a su nieto le habían disparado
y estaba tendido en el suelo en dicha dirección.
Sin embargo, al llegar
solo encontró a unos policías acordonando el lugar y un charco de sangre sobre
el pavimento.
Según testigos, Diego
Alejandro estaba en el taller de motos cuando apareció un sujeto a pie, quien
se le acercó y le disparó, por lo menos, en dos ocasiones, sin mediar palabra
alguna. Luego escapó corriendo, ante la mirada impotente de los vecinos y
transeúntes que hacia las 4:00 de la tarde pasaban por el lugar.
Los testigos aseguraron
que al llegar la patrulla policial el menor agonizaba, pero como aún se movía,
decidieron trasladarlo a la Unidad Básica de Puente Barco, donde pese al
esfuerzo de los uniformados llegó sin vida.
Julia le dijo a La Opinión
que su nieto, nacido en Cúcuta, no tenía enemigos y aunque no estudiaba, él
trabajaba con un tío en minas de carbón en el corregimiento de San Pedro y en
carpintería. Vivía con su mamá y su abuela en el barrio Santander.
“Esta semana no trabajó
porque estaba enfermo de una muela. A las 10:00 de la mañana estuvo con la mamá
en el odontólogo y luego llegaron a almorzar. Después, decidió salir a reparar
la moto”, agregó la abuela.
La Unidad de
Criminalística de la Seccional e Investigación Criminal (Sijín) practicó el
levantamiento en el centro asistencial y trasladó el cadáver a la morgue del Instituto
de Medicina Legal.
En la escena de los
hechos, los investigadores recolectaron evidencias y testimonios que servirán
para iniciar las averiguaciones que permitan esclarecer este homicidio.
De La O para Sucesos
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