Por ser reincidente, solo una mujer, de siete detenidos, recibió medida
de aseguramiento en prisión, tras ser capturada en una redada para
contrarrestar la comercialización de drogas cerca a entornos educativos.
Así lo dio a conocer el coronel Jaime Barrera, comandante de la Policía
Metropolitana de Cúcuta, quien destacó que fueron 14 allanamientos en
inmuebles ubicados en los barrios San Luis, Loma de Bolívar, Comuneros,
Toledo Plata, Simón Bolívar, Galán y San Miguel, desde donde, según las
labores investigativas y el manejo de fuentes humanas, se vendrían
comercializando diferentes sustancias estupefacientes.
La mujer fue identificada como Fabiola Santiago Ramírez, de 36 años,
quien fue capturada junto a su compañero, y deberá responder por el
delito de fabricación, tráfico o porte de estupefacientes.
En la operación, los agentes de la Seccional de Investigación Criminal
(Sijín) incautaron 392 gramos de narcóticos, algunos de ellos listos
para distribuir.
La investigación arrojó que los aprehendidos (tres mujeres y cuatro
hombres) comercializaban en los inmuebles con marihuana, basuco y
cocaína mediante el sistema de narcomenudeo.
Según el coronel Barrera, estos expendios, conocidos como ‘ollas’,
estarían recibiendo mensualmente ingresos cercanos a los $4.000.000,
producto de la actividad ilícita.
Seguir capturando
El comandante de la Policía Metropolitana indicó que sus hombres
cumplen con el trabajo de detener estas redes de tráfico de
estupefacientes, pero se sale de sus manos si un juez considera que no
son un peligro para la sociedad y los deja libres.
Sin embargo, aclaró que en muchos de los casos las investigaciones
continuán y, de ser meritorio, son emitidas nuevas órdenes de captura.
“Muy seguramente si estas personas vuelven a expender y son capturados
ya no recibirán beneficios, sino serán enviados directamente a las
cárceles. El tema es tan delicado que tenemos casos de niñas que se
están prostituyendo para poder consumir drogas”, agregó el oficial.
Con esta operación se evitó que los inmuebles sirvieran como guarida
para los expendedores y que al tiempo fueran una amenaza latente para la
seguridad de la ciudadanía y de los estudiantes de los planteles
educativos que se encuentran funcionando a pocas cuadras.
Estas ‘ollas’ se convierten en fuentes de atracción para consumidores,
redes de microtraficantes, bandas delincuenciales y estructuras de
crimen organizado que buscan lucrarse de la actividad ilícita,
desencadenando otro tipo de conductas delictivas conexas como el
homicidio, la prostitución, el hurto y la extorsión.
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