Armando Rafael Mejía
Guerra, ‘Hernán’, tristemente célebre por el terror que infundió como
comandante paramilitar en Villa del Rosario y quien pasó a la historia del
mundo criminal en el país por ser uno de los creadores de los hornos donde los
‘paras’ incineraban a sus víctimas en el corregimiento de Juan Frío, fue
asesinado el sábado en el barrio Gaitán.
Mejía Guerra, de 45 años,
ingresó a las autodefensas en 1995 en la región del Urabá; luego, en el 2000,
fue trasladado al Bloque Catatumbo, que operó en Norte de Santander.
Aquí, fue nombrado
comandante en el Municipio Histórico, bajo el mando de Salvatore Mancuso y
Jorge Iván Laverde Zapata, alias El Iguano, entonces líder del Frente
Fronteras, que hacía presencia en Cúcuta y su área metropolitana.
En el 2003 fue detenido y
posteriormente postulado al proceso de Justicia y Paz, tras la desmovilización
del Bloque Catatumbo, el 10 de diciembre de 2004.
Según fuentes consultadas
por este medio, hacía tres meses había salido de prisión y asistía, en libertad,
a las diligencias de Justicia y Paz a las que era citado para darle continuidad
a su proceso.
Estaba tomando cerveza
El ataque contra ‘Hernán’
se registró el pasado sábado en la calle 18 con avenida 23, a las 11:40 de la
mañana; a esa hora, el otrora jefe paramilitar estaba a la entrada de una
tienda tomándose una cerveza.
“Cuando se escucharon los
tiros me fui para adentro; hasta que pasó todo volví a salir. Ese señor venía a
la tienda de vez en cuando y se tomaba una o dos cervecitas y se iba (…) Nunca
se sentaba. Él, cuando venía por acá, se quedaba donde una vecina mía”, señaló
la propietaria de la tienda.
El coronel William Donato,
comandante encargado de la Policía Metropolitana de Cúcuta, señaló que ‘Hernán’
fue atacado por el parrillero de una motocicleta, quien luego de bajarse le
disparó, a quemarropa, en repetidas oportunidades.
Según testigos -dijo el
oficial- Mejía Guerra alcanzó a reaccionar y defenderse con un arma de fuego
que portaba, dejando herido a uno de los agresores; sin embargo, tanto el
pistolero, como el conductor de la moto, escaparon.
Algunos parientes de la
víctima que estaban cerca del lugar lo auxiliaron y lo subieron a un taxi rumbo
al Hospital Universitario Erasmo Meoz. En el camino, ‘Hernán’ fue trasbordado a
una ambulancia, en la que finalmente llegó al centro asistencial.
De acuerdo al parte
médico, Mejía Guerra fue impactado en el abdomen, la mano derecha y en ambos
brazos. Después de una hora de haber ingresado al hospital, murió por la
gravedad de las heridas que le comprometieron órganos vitales.
El coronel Donato recordó
que la víctima, natural de Galeras (Sucre), reportaba antecedentes penales por
homicidio agravado, concierto para delinquir, desaparición, desplazamiento
forzado y homicidio en persona protegida.
Móviles
“Sabemos que la víctima perteneció al Frente Fronteras
de las Autodefensas Unidas de Colombia, como cuarto al mando. Actualmente
estaba viviendo cerca al lugar de los hechos y estamos verificando a qué se
dedicaba”, señaló el oficial, quien no descartó la hipótesis de un posible
reacomodamiento de su estructura criminal en su antiguo territorio, como móvil
del homicidio.
Sin embargo, fuentes de
Justicia y Paz, que pidieron no ser identificadas, le revelaron a La Opinión
que Mejía Guerra, hace un mes, en una diligencia (a la cual asistió estando
libre), manifestó que había sido contactado por una estructura criminal que
delinque en la región y de la cual no precisó su nombre, para que se uniera a
ella.
Al parecer, ‘Hernán’ le
hizo saber al emisario de dicho grupo armado que no estaba interesado en volver
a delinquir y por eso indagó en Justicia y Paz la posibilidad de cambiar de
ciudad, de domicilio, para evitar ser objeto de este tipo de presiones.
“Recuerdo que le dije que
si iba a cambiar de ciudad, de residencia, debía notificárselo a Justicia y
Paz, y que, desde donde estuviera, tenía que seguir viajando a Cúcuta o
conectándose vía internet cada vez que fuera citado a una diligencia dentro de
su proceso”, precisó la fuente.
La barbarie
Mejía Guerra fue uno de
los paramilitares que con mayor lujo de detalles describió ante la Fiscalía los
hornos del horror, que ardieron entre 2001 y 2003 en Juan Frío (Villa del
Rosario) y donde los ‘paras’ convirtieron en cenizas a sus víctimas, muchas de
las cuales eran llevadas desde Cúcuta y otros municipios del área metropolitana
por los comandantes de esas zonas.
Como en cualquier
organización jerárquica, ‘Hernán’ escudó siempre su responsabilidad en que
cumplía órdenes de sus superiores, como ‘El Iguano’, las cuales no podía evadir
porque también su vida corría peligro.
En una entrevista rendida
ante la Fiscalía, ‘Hernán’ narró que la idea de los hornos partió de un miembro
de la organización paramilitar apodado ‘Gonzalo’, quien advirtió que cuando
estaba en la guerrilla se hacía lo
mismo.
Hace un tiempo, La Opinión
publicó en exclusiva un archivo confidencial, propiedad de varios
exparamilitares postulados al proceso de Justicia y Paz, en el que, sin ningún
tipo de pudor, relatan, con excesivo detalle, los pormenores sobre 966
asesinatos cometidos en Cúcuta, Tibú y La Gabarra.
En ese archivo, la primera
mención que se hace de los hornos fue por el asesinato de Jorge Enrique Ruiz
Carreño, ocurrida, según ‘Hernán’, el 24 de marzo de 2001.
Ese día, se lee en el
documento que conoció este medio, a Jorge lo llevaron a la parte alta del
corregimiento de Juan Frío con la intención de ‘sacarle’ una información que,
sin embargo, no se especifica. Alias Julio y Gonzalo (de quien no aparecen los
nombres) fueron quienes lo asesinaron.
“Yo di la orden de
quemarlo (…) luego se le avisó a Monsalve (quien recogía los muertos de los
‘paras’ en Villa del Rosario) para que fuera a recoger unos cadáveres. (Sin
embargo) no se pudo recoger sino a uno porque el otro se deshacía. En la parte
alta del trapiche (en Juan Frío) había un horno y para los lados de la finca La
Carolina había otro”, relató ‘Hernán’.
‘El Iguano’, ante Justicia
y Paz, manifestó que el horno de Juan Frío se construyó en 2001 con el objetivo
de cremar 98 cadáveres de personas que fueron asesinadas en Cúcuta y en algunos
municipios aledaños.
Asimismo, confirmó que dos
años después construyeron otro horno en la finca Pacolandia, ubicada en Puerto
Santander. En este sitio habían sepultado 20 cadáveres que luego fueron
incinerados.
Esa versión fue ratificada
por Salvatore Mancuso desde Estados Unidos, quien aseguró que los hornos tenían
como objetivo no dejar huella de los crímenes ni acrecentar las cifras de
homicidios en el país.
Según el periodista Javier
Osuna, que escribió el libro ‘Me hablarás del fuego: los hornos de la infamia’,
los paramilitares desaparecieron a unas 560 personas en los hornos de Juan Frío
y Pacolandia.
Cortesía La Opinión
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