Por culpa de la
imprudencia de un motorizado, Edwin Adrián García Rivera no pudo disfrutar la
Navidad como los demás niños tibuyanos.
Todo comenzó el pasado 17
de agosto, a eso de las 4 de la tarde, cuando estaba parado en la puerta de su
casa, un motociclista en estado de alicoramiento que excedía de velocidad, se
subió al andén y lo arrastró unos 20 metros.
El niño quedó con un
trauma craneoencefálico, fracturas en la clavícula, brazo y pierna derecha y
laceraciones en diferentes partes del cuerpo, que a la fecha lo obligan a
permanecer en cama y bajo un estricto cuidado médico y familiar.
“Desde ese día la vida
familiar nos cambió totalmente”, manifestó con la voz entrecortada Carmen
Rivera, madre del menor.
Edwin Adrián, tiene 8 años
de edad, y para ese entonces cursaba tercero primaria en la escuela del barrio
La Unión, sector donde ocurrió el accidente.
En la escuela se destacaba
por ser un excelente estudiante, alegre, activo, colaborador y deportista.
Ahora, según su
progenitora, es un niño triste que, en ocasiones, pierde el sentido y la noción
del tiempo.
De la persona que les
causó la tragedia, lo único que saben es que es un mecánico, que nunca les dio
la cara y tampoco prestó auxilio alguno, ni durante, ni después de lo ocurrido.
El día del accidente,
contó, la policía lo capturó, lo trasladó a Cúcuta, pero al día siguiente fue
dejado en libertad “por razones que desconocemos”.
Al niño le han hecho
varias cirugías, le colocaron una sonda gástrica y un balón gástrico para
poderlo alimentar, mientras que la familia ha tenido que cubrir los gastos de
hospitalización, cirugías, medicamentos y otros.
Los recursos los han
obtenido pidiendo colaboraciones voluntarias a particulares y las empresas de
Tibú. Igualmente, la Policía Nacional les ha colaborado con alimentos y pasajes
para que se transporten de Tibú a Cúcuta y viceversa.
Por toda esta travesía, la
madre de Edwin Adrián pidió a quienes se movilizan en moto que sean prudentes,
y que piensen en la vida de ellos y en la de los demás, para que estas
situaciones no se repitan.
“Es muy trise y doloroso
vivir esta situación. Miren como me dejaron al niño. Tengo las esperanzas de
que vuelva a ser como antes”, concluyó abrazando y besando al niño, mientras
dejaba correr varias lágrimas por sus mejillas.
De La Opinión para Sucesos
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