sábado, 27 de diciembre de 2014

Por culpa de un motorizado un niño tuvo una Navidad infeliz en Tibú

Por culpa de la imprudencia de un motorizado, Edwin Adrián García Rivera no pudo disfrutar la Navidad como los demás niños tibuyanos.

Todo comenzó el pasado 17 de agosto, a eso de las 4 de la tarde, cuando estaba parado en la puerta de su casa, un motociclista en estado de alicoramiento que excedía de velocidad, se subió al andén y lo arrastró unos 20 metros.

El niño quedó con un trauma craneoencefálico, fracturas en la clavícula, brazo y pierna derecha y laceraciones en diferentes partes del cuerpo, que a la fecha lo obligan a permanecer en cama y bajo un estricto cuidado médico y familiar.

“Desde ese día la vida familiar nos cambió totalmente”, manifestó con la voz entrecortada Carmen Rivera, madre del menor.

Edwin Adrián, tiene 8 años de edad, y para ese entonces cursaba tercero primaria en la escuela del barrio La Unión, sector donde ocurrió el accidente.

En la escuela se destacaba por ser un excelente estudiante, alegre, activo, colaborador y deportista.

Ahora, según su progenitora, es un niño triste que, en ocasiones, pierde el sentido y la noción del tiempo.

De la persona que les causó la tragedia, lo único que saben es que es un mecánico, que nunca les dio la cara y tampoco prestó auxilio alguno, ni durante, ni después de lo ocurrido.

El día del accidente, contó, la policía lo capturó, lo trasladó a Cúcuta, pero al día siguiente fue dejado en libertad “por razones que desconocemos”.

Al niño le han hecho varias cirugías, le colocaron una sonda gástrica y un balón gástrico para poderlo alimentar, mientras que la familia ha tenido que cubrir los gastos de hospitalización, cirugías, medicamentos y otros.

Los recursos los han obtenido pidiendo colaboraciones voluntarias a particulares y las empresas de Tibú. Igualmente, la Policía Nacional les ha colaborado con alimentos y pasajes para que se transporten de Tibú a Cúcuta y viceversa.

Por toda esta travesía, la madre de Edwin Adrián pidió a quienes se movilizan en moto que sean prudentes, y que piensen en la vida de ellos y en la de los demás, para que estas situaciones no se repitan.


“Es muy trise y doloroso vivir esta situación. Miren como me dejaron al niño. Tengo las esperanzas de que vuelva a ser como antes”, concluyó abrazando y besando al niño, mientras dejaba correr varias lágrimas por sus mejillas.

De La Opinión para Sucesos

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