La anarquía, el desorden y los abusos parecen no tener límite en el tráfico vehicular en la zona fronteriza del estado Táchira. El desplazamiento hacia San Antonio y Ureña o el cruce de los puentes internacionales se ha convertido en un trauma para los viajeros, producto de las kilométricas colas, los repetitivos controles militares y la obstrucción del libre tránsito por cualquier causa.
Durante las últimas semanas la situación con el tráfico se ha tornado insoportable, con largas y anarquizadas colas de vehículos para cruzar el punto de control de Peracal, ya sea en sentido Apartaderos-San Antonio o San Antonio- La Mulera; repetitivos controles de los soldados del Ejército en Peracal, El Peaje, puente internacional Simón Bolívar, o El Palotal, Tienditas, Aduana y puente Francisco de Paula Santander si el viajero toma la vía San Antonio-Aeropuerto-Ureña.
En el punto de control de Peracal, además de Guardias Nacionales y funcionarios del Cicpc, ahora hay soldados del Ejército y enormes cráteres en la calzada que hacen más lento el tráfico a toda hora, en sentido Apartaderos San Antonio. El desorden se presenta desde varios kilómetros más arriba de dicha alcabala, principalmente donde la vía fue ampliada y se originan 4 o 5 filas de vehículos para luego tener que deducirse a una sola.
A la poca fluidez que los militares dan al tráfico en Peracal se suma el desorden y las trancas que originan los conductores desadaptados que quieren pasar primero a costa de lo que sea, sin que haya autoridad que haga cumplir la ley, quizás porque precisamente muchas veces son los vehículos de entes oficiales y de funcionarios de diferentes instituciones los que circulan en contra vía.
Debido al congestionamiento y las traumáticas colas que se originan diariamente para cruzar la alcabala de Peracal en ambos sentidos, se pueden perder una, dos o tres horas del valioso tiempo. Para quienes se dedican al contrabando de gasolina y al “bachaqueo” de productos y mercancías el tiempo que permanecen en cola parece no importarles mucho porque “están en lo de ellos”, como dicen, pero el calvario es para las personas que diariamente se desplazan a trabajar honradamente o también a efectuar algún tipo de diligencia en el eje fronterizo.
En el paso por las aduanas de San Antonio, Ureña y los respectivos puentes internacionales Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander, la congestión del tráfico es aún peor. La numerosa cantidad de vehículos y motocicletas que en todo momento atraviesan los puentes más los controles de la Guardia, Ejército y en ocasiones de la Policía y el Cicpc (como ocurre en las noches por la vía internacional de Ureña), convierten el cruce de la frontera colombo-venezolana en una “misión casi imposible” para el ciudadano de bien.
La congestión se agudiza aún más si por casualidad ocurre algún accidente automovilístico, de motocicleta o se daña algún carro en plena vía. Con semejante enjambre de motociclistas afanados por cruzar por donde sea, en los puentes y en los andenes de la Aduana no queda espacio ni para los peatones. Frente a tanta anarquía y abusos, los usuarios y las personas de bien que por obligación viajan a la frontera reclaman de las autoridades consciencia y acciones que garanticen el orden y la fluidez del tráfico vehicular.
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