Hasta la puerta de su
casa, en el barrio Palmeras parte alta, en la ciudadela Juan Atalaya, llegó la
muerte disfrazada de un hurto. Según testigos, un desconocido le ordenó al
ebanista Fernel Orlando Ascanio Gómez, de 35 años, encender su moto y luego le
disparó, en un hecho de sangre que al cierre de esta edición no había
desencadenado capturas.
Ascanio Gómez acababa de
llegar, proveniente de Villa del Rosario, a su vivienda de la manzana 13B
número 4A-3. Como de costumbre, estacionó su moto GN azul, de placa venezolana,
a las afueras de su residencia e ingresó para saludar a sus parientes.
Pasados unos minutos salió
nuevamente de su domicilio para hacer una compra en una tienda cercana. Al
retornar se sentó en la sala, cerca de la entrada. Al sitio llegó un hombre,
armado, indagando si arreglaban pantalones.
“Entró a la sala.
Preguntó, además, quién era el dueño de la moto. Fernel, quien estaba sentado
se levantó y le dijo que cuál era el problema. El tipo le contestó que le
entregara la llave. Salieron de la casa y después se escucharon los disparos”,
relató una persona allegada al caso, pidiendo mantener su nombre bajo reserva
para evitar poner su vida en peligro.
El declarante afirmó no saber exactamente qué sucedió
cuando la víctima del hurto se levantó y se acercó al hombre que le apuntaba
con un arma de fuego.
“No sé si forcejearon o si
él (Ascanio Gómez) hizo algún movimiento y el delincuente pensó que lo iba a
atacar y entonces disparó en cinco oportunidades”, añadió el mismo testigo.
El agredido habría
permanecido con vida varios minutos. Pero ante la falta de rápida atención
falleció en la parte externa de la casa, que habitaba desde hace al menos seis
años.
El pistolero, tras
disparar, huyó del sitio y dejó la moto abandonada, lo que tendría su
explicación en que se vio descubierto y prefirió huir.
Investigadores, sin
embargo, analizan milimétricamente la situación porque en este tipo de casos,
ligados a hurtos, los agresores no accionan sus armas en reiteradas ocasiones,
simplemente buscan inmovilizar o intimidar a su víctima.
Vecinos precisaron ayer
que el asesino huyó a pie. Esta versión sugiere que el ladrón pasaba por el
lugar y, al encontrar la posibilidad de robar, atacó. Las autoridades no
descartan que en el hecho haya intervenido un cómplice.
Parientes del ebanista
precisaron que este no tenía amenazas ni problemas personas.
“No tenía enemigos. Se
dedicaba a su trabajo. No se metía con nadie”, dijeron.
De La Opinión para Sucesos
No hay comentarios:
Publicar un comentario