domingo, 19 de octubre de 2014

En Atalaya le pidieron la llave de la moto, luego lo asesinaron

Hasta la puerta de su casa, en el barrio Palmeras parte alta, en la ciudadela Juan Atalaya, llegó la muerte disfrazada de un hurto. Según testigos, un desconocido le ordenó al ebanista Fernel Orlando Ascanio Gómez, de 35 años, encender su moto y luego le disparó, en un hecho de sangre que al cierre de esta edición no había desencadenado capturas.

Ascanio Gómez acababa de llegar, proveniente de Villa del Rosario, a su vivienda de la manzana 13B número 4A-3. Como de costumbre, estacionó su moto GN azul, de placa venezolana, a las afueras de su residencia e ingresó para saludar a sus parientes.

Pasados unos minutos salió nuevamente de su domicilio para hacer una compra en una tienda cercana. Al retornar se sentó en la sala, cerca de la entrada. Al sitio llegó un hombre, armado, indagando si arreglaban pantalones.

“Entró a la sala. Preguntó, además, quién era el dueño de la moto. Fernel, quien estaba sentado se levantó y le dijo que cuál era el problema. El tipo le contestó que le entregara la llave. Salieron de la casa y después se escucharon los disparos”, relató una persona allegada al caso, pidiendo mantener su nombre bajo reserva para evitar poner su vida en peligro.

El declarante  afirmó no saber exactamente qué sucedió cuando la víctima del hurto se levantó y se acercó al hombre que le apuntaba con un arma de fuego.

“No sé si forcejearon o si él (Ascanio Gómez) hizo algún movimiento y el delincuente pensó que lo iba a atacar y entonces disparó en cinco oportunidades”, añadió el mismo testigo.

El agredido habría permanecido con vida varios minutos. Pero ante la falta de rápida atención falleció en la parte externa de la casa, que habitaba desde hace al menos seis años.

El pistolero, tras disparar, huyó del sitio y dejó la moto abandonada, lo que tendría su explicación en que se vio descubierto y prefirió huir.

Investigadores, sin embargo, analizan milimétricamente la situación porque en este tipo de casos, ligados a hurtos, los agresores no accionan sus armas en reiteradas ocasiones, simplemente buscan inmovilizar o intimidar a su víctima.

Vecinos precisaron ayer que el asesino huyó a pie. Esta versión sugiere que el ladrón pasaba por el lugar y, al encontrar la posibilidad de robar, atacó. Las autoridades no descartan que en el hecho haya intervenido un cómplice.

Parientes del ebanista precisaron que este no tenía amenazas ni problemas personas.


“No tenía enemigos. Se dedicaba a su trabajo. No se metía con nadie”, dijeron.

De La Opinión para Sucesos

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