viernes, 19 de febrero de 2016

Al sol y al agua viven deportados, seis meses después del cierre de frontera

La falta de oportunidades laborales para madres y padres cabeza de familia, tiene enfrentando a 90 personas una crítica situación social, al decidir, instalarse en las calles de la ciudad por la falta de un ingreso mensual en materia económica para subsistir en la ciudad.

Los deportados, expresan que fueron capacitados en el Sena y que cuentan con el conocimiento y las ganas para salir a laborar “Me capacitaron en construcción, he buscado empleo me dicen que no hay, que vuelva después, voy a la Alcaldía expongo la situación pido solo es un trabajo y nadie nos para bolas…” Manifestó, Mario Flórez uno de los afectados por la crisis fronteriza. Pero igual situación, la viven las mujeres “Soy estilista, tengo ganas de trabajar y nadie me ayuda, aquí no estamos por voluntad, estamos obligados por qué no tenemos con qué pagar un arriendo, las ayudas se acabaron no nos quedó otra opción, no queremos ser mantenidos, solo pedimos un empleo, por favor un empleo digno para irnos de aquí.”

Dos meses al sol y al agua completan viviendo noventa personas, entre quienes se encuentran, cincuenta menores de edad que ya padecen enfermedades virales, fiebre, diarrea y hasta zika por las condiciones en que permanecen “nuestras necesidades fisiológicas las hacemos en el canal Bogotá, ahí nos bañamos, nos tapamos unos a otros, la situación con los habitantes de la calle es delicada por los abusos que han intentado cometer con las niñas.” Dice Marleny Ortiz.


A esta situación se le suma la presencia de personas extrañas que llegan al lugar a realizar ofrecimientos delincuenciales a cambio de dinero “en moto y carros han llegado, hombres preguntando por muchachos para trabajar, les dice que si quieren dinero rápido que solo hay que apretar un gatillo y ya, mientras que a las mujeres nos dicen que tenemos la plata guardada en medio de las piernas, preguntan además si hay muchachas que no tengan hijos.” Expresa otra de las madres en esta condición.

Los deportados, piden la colaboración del Gobierno para abandonar la zona y mejorar sus condiciones de vida, cuando los menores requieren de algunos medicamentos para tratar algunas enfermedades que padecen por la emergencia sanitaria que se registra en el lugar “los niños están descalzos, necesitamos pantuflas, ropita, pero no hay que desconocer la ayuda con alimentos que muchas personas nos traen.”

Sin embargo, los problemas de convivencia y las afectaciones por las circunstancias que enfrentan generan ya casos de intolerancia. El Gobierno local, manifestó que no cuenta con recursos para la atención humanitaria para esta población que no recoge brigadas de salud y donde el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar no hace presencia para garantizar los principales derechos de la población infantil.

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