La falta de oportunidades
laborales para madres y padres cabeza de familia, tiene enfrentando a 90
personas una crítica situación social, al decidir, instalarse en las calles de
la ciudad por la falta de un ingreso mensual en materia económica para
subsistir en la ciudad.
Los deportados, expresan
que fueron capacitados en el Sena y que cuentan con el conocimiento y las ganas
para salir a laborar “Me capacitaron en construcción, he buscado empleo me
dicen que no hay, que vuelva después, voy a la Alcaldía expongo la situación
pido solo es un trabajo y nadie nos para bolas…” Manifestó, Mario Flórez uno de
los afectados por la crisis fronteriza. Pero igual situación, la viven las
mujeres “Soy estilista, tengo ganas de trabajar y nadie me ayuda, aquí no
estamos por voluntad, estamos obligados por qué no tenemos con qué pagar un
arriendo, las ayudas se acabaron no nos quedó otra opción, no queremos ser
mantenidos, solo pedimos un empleo, por favor un empleo digno para irnos de
aquí.”
Dos meses al sol y al agua
completan viviendo noventa personas, entre quienes se encuentran, cincuenta menores
de edad que ya padecen enfermedades virales, fiebre, diarrea y hasta zika por
las condiciones en que permanecen “nuestras necesidades fisiológicas las
hacemos en el canal Bogotá, ahí nos bañamos, nos tapamos unos a otros, la
situación con los habitantes de la calle es delicada por los abusos que han
intentado cometer con las niñas.” Dice Marleny Ortiz.
A esta situación se le
suma la presencia de personas extrañas que llegan al lugar a realizar
ofrecimientos delincuenciales a cambio de dinero “en moto y carros han llegado,
hombres preguntando por muchachos para trabajar, les dice que si quieren dinero
rápido que solo hay que apretar un gatillo y ya, mientras que a las mujeres nos
dicen que tenemos la plata guardada en medio de las piernas, preguntan además
si hay muchachas que no tengan hijos.” Expresa otra de las madres en esta
condición.
Los deportados, piden la
colaboración del Gobierno para abandonar la zona y mejorar sus condiciones de
vida, cuando los menores requieren de algunos medicamentos para tratar algunas
enfermedades que padecen por la emergencia sanitaria que se registra en el
lugar “los niños están descalzos, necesitamos pantuflas, ropita, pero no hay
que desconocer la ayuda con alimentos que muchas personas nos traen.”
Sin embargo, los problemas
de convivencia y las afectaciones por las circunstancias que enfrentan generan
ya casos de intolerancia. El Gobierno local, manifestó que no cuenta con
recursos para la atención humanitaria para esta población que no recoge
brigadas de salud y donde el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar no hace
presencia para garantizar los principales derechos de la población infantil.
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