lunes, 6 de abril de 2015

Lo mató su deseo de quitarse el mal aliento

Guillermo Sepúlveda Sepúlveda vivía preocupado por su halitosis.

Tanto, que una vecina le recomendó unas pastillas que ella misma le vendió. Son las mismas que les vende a todos los vecinos para todos los males.


El hombre, compró las pastillas por 5 mil pesos y esperó hasta al otro día, a las 6 de la mañana, para tomárselas.

Al hacerlo, empezó a sentirse mal: las manos empezaron a engarrotársele y su estómago a arder, mientras por la boca expulsaba un líquido blancuzco, según contó una amiga ante la que acudió el hombre suplicándole que no lo dejara morir.

“Él llegó como pudo hasta mí, y no paraba de decirme que no lo dejara morir...” recuerda la mujer. “Yo le pregunté por qué estaba así y me respondió que se había tomado unas pastillas”.

Como pudo, la amiga lo auxilió, y lo llevó a Saludcoop de La Salle, pero no lo atendieron, porque hacía un mes se había vencido su afiliación.

“Les reclamé y les dije que yo buscaba el dinero pero que lo atendieran, no me prestaron atención, cuando ya me estaban sacando...”, dijo.

Ante la negativa, Sepúlveda fue llevado a otros dos centros asistenciales, donde tampoco lo atendieron. Finalmente, fue atendido en el hospital Erasmo Meoz, pero dos horas después murió.

La amiga dijo que las pastillas que ingirió Sepúlveda son, en realidad, semillas desconocidas traídas, supuestamente, de la selva Amazónica.

La familia de Sepúlveda dijo que entablará acciones judiciales contra la mujer que distribuye la supuesta medicina y contra los centros asistenciales que le negaron la atención al moribundo.

Sepúlveda deja dos hijas menores, con las que vivía.

De La O para Sucesos

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