El
ruido del bosque se silenció de pronto. Eran las 10:50 a.m. en el camino que
conecta al corregimiento Banco de Arena con la vereda Vigilancia, en una vía
circular que ingresa por un breve tramo a Venezuela y llega de nuevo a Banco de
arena.
La explosión de algo enterrado en la calzada de tierra amarilla retumbó por toda la solitaria zona.
En reacción inmediata luego de la sorpresa, los carabineros y los agentes del Goes que iban con ellos entraron en combate para salvar sus vidas de ráfagas de fusil que les llovían de todas partes, sin permitir ubicar a los francotiradores.
La explosión se oyó en la estación policial de Banco de Arena. La alerta fue general. Una angustiosa llamada por radio pidiendo refuerzos para repeler un asalto de desconocidos emboscados movilizó a un sargento y sus hombres.
“En ese momento, solo hay que correr... no se piensa en más nada, y aunque las piernas tiemblen, cuando toca, toca”, dijo ayer, descansado y tranquilo, el sargento, que no se identificó.
Cuando los refuerzos llegaron a la zona del combate, los disparos seguían en medio de gritos de policías heridos pidiendo ayuda.
Los recién ayudaron a repeler el ataque mientras protgegían a los heridos y los cadáveres de sus dos compañeros que murieron cuando la camioneta en que iban voló echa trizas como consecuencia de la carga explosiva en la calzada.
La explosión de algo enterrado en la calzada de tierra amarilla retumbó por toda la solitaria zona.
En reacción inmediata luego de la sorpresa, los carabineros y los agentes del Goes que iban con ellos entraron en combate para salvar sus vidas de ráfagas de fusil que les llovían de todas partes, sin permitir ubicar a los francotiradores.
La explosión se oyó en la estación policial de Banco de Arena. La alerta fue general. Una angustiosa llamada por radio pidiendo refuerzos para repeler un asalto de desconocidos emboscados movilizó a un sargento y sus hombres.
“En ese momento, solo hay que correr... no se piensa en más nada, y aunque las piernas tiemblen, cuando toca, toca”, dijo ayer, descansado y tranquilo, el sargento, que no se identificó.
Cuando los refuerzos llegaron a la zona del combate, los disparos seguían en medio de gritos de policías heridos pidiendo ayuda.
Los recién ayudaron a repeler el ataque mientras protgegían a los heridos y los cadáveres de sus dos compañeros que murieron cuando la camioneta en que iban voló echa trizas como consecuencia de la carga explosiva en la calzada.
Por confiados
Un campesino dijo ayer que “por confiados, a los policías les pasó lo que les pasó”.
“Esto por acá es muy solo, es muy raro ver al Ejército o a la Policía patrullando o vigilando”, agregó el labriego. “Esto sucede por el abandono del Estado a esta zona”.
“Llevo 13 años viviendo por acá, y he contado cuatro emboscadas a la Policía”, dijo.
Antes, agregó, el Ejército y la Policía cirbulaban con frecuencia por acá; ahora, no.
Bacrim y subversivos
El coronel Jaime Barrera, comandante de la Policía de Cúcuta, dijo que las estaciones de Policía de Banco de Arena y Vigilancia no lograron dar con los responsables del ataque.
“Se apoyó a nuestros hombres e iniciar la persecución de los delincuentes, pero la zona está muy cercana a la frontera, y por las evidencias que encontramos, creemos que huyeron hacia el vecino país”, dijo.
El oficial no descartó ninguna hipótesis, e incluso dijo que existe la posibilidad de que el ataque fuera producto de una alianza entre las bandas criminales del Los Úsuga y Los Rastrojos, y subversivos”
Los policías caídos fueron el intendente Hemel Jesús Collantes Gereda y los patrulleros Guillermo León Ulloa Ruiz y Manuel Alirio Silva Rodríguez.
Sobrvivió herido el capitán Carlos Augusto Sánchez.
De La O para Sucesos
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