miércoles, 11 de febrero de 2015

Un menor de edad es sospechoso de asesinato de niño en la Vega

“Papito, carecucho, yo también te quiero mucho”. Esas fueron las últimas palabras que José Antonio Correa escuchó de la boca de su hijo Róbinson, de solo siete años, antes de que fuera encontrado muerto en la vereda Nagui Alto en La Vega (Cundinamarca). Hoy todo el pueblo lo despedirá en la funeraría Campos de Paz,  no antes de una sentida movilización para rechazar uno de los crímenes más horrendos que ha vivido esta tranquila población.

Desde meses antes de su desaparición, el niño estaba viviendo con su mamá, Yolanda Hernández. Sus progenitores habían decidido separarse. “No teníamos discordias y mucho menos maltratábamos a nuestro hijito. Lo tratábamos como un rico; era nuestro consentido”, dijo su padre.

El pequeño estudiaba en el colegio Patio Bonito de la misma vereda y en sus ratos libres solía salir a vender leche montado en un caballo que montaba a la perfección. Todos lo conocían, su carisma lo había hecho ganarse el cariño de la gente.

Por eso, ese sábado 7 de febrero, cuando pasadas las 3:00 p. m. no había señales de su regreso, un frío intenso comenzó a invadir a la familia y a los vecinos. “Supimos que él había vendido la leche en una tienda de la vereda en compañía de un conocido de la familia. El niño se puso a jugar con un perro, pero mi amigo se despistó; se puso a tomar y después de eso no se supo más, solo que el niño decidió regresarse solito”, contó José Antonio.

La comunidad no dudó en movilizarse. Más de cien personas salieron a buscarlo por todos los rincones de la vereda, por la orilla de la carretera; lo preguntaban en las casas conocidas y extrañas, pero no se encontraban pistas. Era como si se lo hubiera tragado la tierra. “Por eso decidimos con mi esposa poner la denuncia, pero luego nos enteramos de lo peor”.
Este hombre entra en un llanto profundo. No se puede sobreponer desde el instante en que un vecino y un primo tercero le dijeron que habían encontrado el cuerpo de su hijo en pedazos. “Sí, era él, cómo no conocer la carita de mi hijo, tan bonito”.

Le sobran los adjetivos para recordarlo. Para su familia era un niño inteligente, bien presentado y alegre. “Yo no entiendo qué monstruo le pudo hacer esto”.

Esta familia ha dedicado toda su vida a trabajar la tierra. La mamá del niño, hoy destruida por la tragedia, tiene una pequeña finca cafetera, y el padre de familia de 46 años vive de los cultivos de yuca, papa y de todos los frutos propios de esta tierra.

La pesadilla no termina. Este martes en la mañana, un perro encontró los últimos restos del menor.
“Qué le puedo decir. Hoy me entregan a mi hijo en pedazos. Ese dolor me está matando. No se lo deseo a nadie. Quiero que el culpable se pudra en la cárcel. Una persona así no merece vivir en este mundo”.

La comunidad nunca había tenido que presenciar un hecho tan macabro, por lo que prepara una manifestación para que la investigación prospere y se descubra el autor del crimen que dejó a toda una familia desecha.
José Antonio solo pide respaldo para que el caso no quede en la impunidad.

“Ya mi hijo murió, pero le pido a país que no olvide que hay que encontrar a un asesino”.

Ya hay sospechoso del crimen

Aunque varios medios de comunicación han manifestado que un menor de 15 años sería el primer sospechoso del crimen porque fue la última persona que vio con vida al niño, según la Policía apenas se están adelantando las investigaciones.


El menor de 15 años está en manos del Instituto de Bienestar Familiar en su sede en Mosquera aunque la familia tiene información de que el sindicado estaría detenido en La Vega (Cundinamarca).

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