De un tiro en la cabeza
fue asesinado un adolescente de 14 años,
estudiante del colegio Agustín Codazzi, durante los disturbios
registrados este martes en la mañana en las
adyacencias de la Universidad Católica del Táchira, Ucat, crimen por el
que fue aprehendido un funcionario de la Policía Nacional Bolivariano, el cual
es señalado, por testigos, de haber cometido el crimen.
El lamentable suceso
provocó reacciones de toda naturaleza, tanto a nivel estadal como nacional. En
San Cristóbal generó que las manifestaciones de calle, que desde tempranas
horas de la mañana realizaban en la Ucat, se intensificaran y que estudiantes de
otras universidades, también salieran a
protestar para deplorar abiertamente el hecho.
Kluiverth Ferney Roa Núñez, quien en noviembre próximo
cumpliría 15 años, estudiaba segundo año en el colegio Agustín Codazzi,
pertenecía al grupo de Scouts “Cipriano Castro”, de Capacho y a la
Asociación de Scouts de Venezuela, y
tenía su domicilio en Capacho, vía
Llanitos.
Según testigos, al parecer, al momento que el joven fue
interceptado por un grupo de policías que intentaban controlar el orden público
en los alrededores de la Ucat, ni siquiera
estaba participando en los disturbios.
Aseguran que había salido del colegio, en el Pasaje Acueducto con carrera 15, del
barrio San Carlos, a escasas dos cuadras de donde fue interceptado,
aproximadamente a las 11:40 de la mañana,
por un grupo de uniformados motorizados, en la carrera 13 con calle 15
de la misma barriada, por donde se movilizaba a pie.
Se desconoce qué motivó
que aproximadamente unos 20 funcionarios de la PNB, que en pareja se
movilizaban en varias motos, interceptaran al adolescente. El hecho es que
supuestamente, luego de darle un cachazo
en la cabeza y que cayera boca abajo, le dispararon con un arma de
fuego, más tarde identificada por las autoridades como un escopetín.
El perdigonazo ingresó por
el occipital y causó graves daños en la cabeza por la distancia tan corta entre
el proyectil y la víctima. Mientras el muchacho se desangraba sobre la
calzada, el presunto homicida huyó
escoltado por sus compañeros que comenzaron a
lanzar bombas lacrimógenas para dispersar a los curiosos que indignados los increparon, y que incluso
intentaron atrapar al responsable.
Paramédicos de un servicio
privado de ambulancia de la zona
inmediatamente acudieron en auxilio del
joven, intentaron estabilizarlo y
reanimarlo mientras lo trasladaban de emergencia al Hospital Central de San
Cristóbal, donde a los pocos minutos falleció.
Para el momento del hecho,
se dijo que la víctima no tenía ningún
documento que lo identificara, toda vez que
junto a sus libros, los llevaba en el morral que quedó en el lugar donde
fue atacado. Más tarde, tras unas fotografías que se publicaron en las redes
sociales, un posible nombre que salió a
relucir y el hecho de que se dijo que
tenía en su poder una pañoleta de los Scouts de Capacho, permitió que su familia conociera
de la tragedia que acababa de ocurrir.
Poco a poco se hicieron presentes familiares, amigos,
compañeros scouts de Kluiverth, que horrorizados confirmaron
la fatídica noticia. Hicieron lo mismo representantes del Ministerio
Público, de la Zodi-Táchira, funcionarios de Policía del estado Táchira, de la
PNB, Guardia Nacional y médicos forenses que confirmaron que un balazo,
disparado con escopeta recortada y a
poca distancia, le quitó la vida al
adolescente. Otros, hasta llegaron a
rumorar que había muerto “por un fuerte golpe en la cabeza”, lo que fue
contundentemente desmentido en la autopsia.
Erick Roa, padre de
Kluiverth, junto a otro de sus hijos, llegó a la morgue del Hospital Central para
confirmar lo que tanto temían.
Indignados, pidieron justicia.
— Esta es una pérdida
demasiado grande para mí, para mi familia. Era el menor de mis tres hijos. Era
un niño, demasiado alto para su edad y por eso hasta pertenecía a la escuela de
basquetbol Román Cárdenas, pero era un
niño, mi niño. Yo creo que con esto que
pasó, que está pasando, Venezuela va a reaccionar, va a tener que reaccionar. Y
si fue el Gobierno, eso no va a
quedar así. Hago un llamado a las
autoridades para que nos aclaren esto y que caiga que tenga que cae — expresó Roa, quien trabaja como fotógrafo en la
alcaldía del municipio Cárdenas.
Por su parte Erickson Roa,
el hermano mayor de Kluiverth, con fundamentada rabia contenida, contó inicialmente cómo se enteraron de lo que le pasó al más
pequeño de la familia.
— Me comenzaron a llegar pines, cadenas, llegó un nombre parecido al de mi hermano, y ese
nombre no es muy común, me preocupé porque el apellido sí era el mismo, llamé a
mi mamá, llamé a mi papá, no lo podía creer,
hasta que finalmente tuve que aceptar que habían matado a mi hermano —, dijo.
Al igual que su padre,
aseguró que buscará que se haga justicia hasta que el responsable de la muerte
de su hermano, pague con todo el peso de la ley.
De La Nación para Sucesos
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